Skip to main content

¿Qué es la Meditación Metta Bhavana?

La meditación Metta: Mettā (Pāli) o maitrī (sánscrito) ha sido traducido como “amabilidad con cariño”, “simpatía,” “benevolencia,” “amistad,” “buena voluntad,”​ “amor,”​ o interés activo por los demás”.

Me gusta la traducción concreta de “amor universal benevolente” o “bondad amorosa” que proponen algunos autores.

Es uno de los diez paramitas del budismo theravada y el primero de los cuatro Brahmavihāras. El mettā bhāvanā (cultivo del mettā) es una forma de meditación budista muy popular.

El objeto de la meditación metta es el amor desprendido. Tradicionalmente, la práctica comienza con el practicante cultivando el amor desinteresado hacia sí mismo, después para con la gente que ama, amigos, maestros, extraños y enemigos hasta cultivar el amor por la totalidad de seres vivientes.

Los budistas creen que aquellos que practican metta consiguen alejarse de los deseos y la hostilidad. Los maestros budistas recomiendan la meditación metta como un antídoto contra el insomnio y las pesadillas. Generalmente las personas que practican mettā se encuentran más a gusto y son más felices. Irradiar metta contribuye además a un mundo con más amor, paz y felicidad.

La meditación metta es un buen modo de calmar una mente angustiada y un antídoto contra la ira. De acuerdo con esto, alguien que ha cultivado metta no tendrá miedo fácilmente y podrá subyugarlo siendo más cariñoso, amoroso y más tendente al amor incondicional.

Fuente: Wikipedia

La búsqueda universal de la liberación: Explorando el poder curativo de la meditación Metta

pray of monks on ceremony of buddhist in thailand 2022 11 16 14 01 53 utcA través del Yoga u otras prácticas, generalmente meditativas, se persigue un objetivo común: liberar la mente y el espíritu (del sufrimiento). Esta búsqueda trasciende las fronteras culturales y geográficas, uniendo a todas las personas del mundo en el anhelo de encontrar la paz interna. Para alcanzar este estado, se emplea una poderosa herramienta: la repetición de frases, imágenes y emociones que despiertan sentimientos de amor, amabilidad y compasión tanto hacia nosotros mismos como hacia los demás.

La meditación Metta representa una de estas prácticas transformadoras, capaz de restablecer un sentido profundo de amor propio y auto aceptación, especialmente en momentos de desánimo y tristeza. Asimismo, esta forma de meditación fomenta la curación de nuestras relaciones personales, creando un ambiente propicio para la armonía y la conexión con los demás. No obstante, los beneficios no se limitan únicamente a esto, ya que la meditación Metta también conlleva las ventajas generales asociadas a la meditación, como aquietar la mente, estabilizar nuestra atención en el momento presente y la exploración profunda de los rincones más íntimos de nuestros corazones y mentes, lo que resulta en una mayor lucidez mental.

Cómo se practica la Meditación Metta Bhavana

El enfoque tradicional de esta meditación implica enviar a cuatro personas (o seres vivos) una bendición y expresiones de afecto.

Para ello se distinguen 4 etapas o fases de la meditación Metta Bhavana:

  • Amor hacia un ser querido.
  • Amor hacia nosotros mismos. (podemos cambiar este punto y ponerlo en primer lugar, generalmente es lo común).
  • Amor hacia alguien neutral (una persona que conoces, pero con la que no tienes una relación cercana ni conflictiva).
  • Amor hacia un “enemigo”, persona hostil o relación difícil (puedes comenzar con una persona complicada en tu vida).

Se pueden añadir fases, como agrupar esas mismas personas juntas, o un grupo de personas (barrio, familiares…) y, como no, irradiar este mismo amor universal hacia todos los seres vivos.

¿Cómo la hemos practicado?

Después de haber explorado el sentimiento de amor por un ser querido y haber generado esa sensación de amor en nuestros corazones, el siguiente paso consistió en mantener nuestra atención en esos sentimientos mientras realizábamos una visualización y una intención amorosa.

En esa etapa, utilizamos nuestra respiración como ancla para mantenernos presentes y enfocados en el amor que habíamos cultivado previamente. Imaginamos una luz dorada que surgía del centro de nuestros corazones, simbolizando el amor y la bondad que queríamos enviar a nuestro ser querido.

En cada exhalación, proyectamos mentalmente esa luz dorada hacia la persona que teníamos en mente, con la intención de transmitirle paz y felicidad. Esta proyección de luz era una metáfora visual para el acto de enviar nuestros buenos deseos y compasión hacia esa persona.

Continuamos con el resto de etapas o fases descritos anteriormente. Aunque, añadimos el extra de sentir que esta primera persona que recordamos estaba sufriendo, tenía una enfermedad, esión o atravesaba un momento difícil en su vida.

Además de la visualización, repetimos en silencio frases específicas para fortalecer nuestra intención amorosa. Estas frases reflejaban nuestros deseos genuinos de bienestar y felicidad para la persona que visualizábamos.

Frases para recitar

Podemos variar las frases, por ejemplo:

  • Que pueda yo estar feliz.
  • Que pueda yo estar en paz.
  • Que pueda yo estar libre de sufrimiento.
  • Que pueda yo estar a salvo.

  • Que pueda estar contento y en paz.
  • Que me vea libre de sufrimiento.
  • Que no experimente ninguna dificultad.
  • Que pueda encontrar siempre el éxito.

  • Deseo estar a salvo y sano.
  • Deseo ser feliz
  • Deseo tener una mente tranquila.
  • Deseo experimentar la alegría y la comodidad.

El poder de Metta: una historia de Buda

Una hermosa historia se teje en torno al nacimiento de la meditación Metta, revelando el profundo poder de la compasión y el amor incondicional.

Cuenta la leyenda que Buda, con su sabiduría iluminada, decidió enviar a un grupo de 500 monjes a meditar en un bosque durante el retiro de la estación lluviosa. Sin embargo, lo que parecía un paraíso de tranquilidad estaba habitado por espíritus y seres invisibles conocidos como devas, quienes cuidaban celosamente aquel territorio boscoso. La presencia de los monjes en el santuario natural despertó temores en los devas, quienes, acostumbrados a la soledad y a la quietud, se sintieron invadidos por aquellos seres humanos que planeaban quedarse por varios meses.

Los devas, preocupados por preservar su hábitat, decidieron actuar. Con artimañas siniestras, produjeron olores repugnantes y emitieron ruidos inquietantes para perturbar la serenidad de los monjes durante la meditación. Incluso se manifestaron como fantasmas y seres aterradores, en un esfuerzo por espantar a los intrusos.

Así, los monjes se encontraron en medio de una auténtica prueba de concentración y equilibrio mental. El miedo y la inquietud que provocaron los devas rompieron su samadhi, la plena concentración en la meditación. Algunos monjes incluso desarrollaron síntomas físicos, como fiebre, dolor y mareos, todo a causa del miedo que experimentaron ante las aterradoras ilusiones.

Desconcertados y con sus prácticas interrumpidas, los monjes decidieron abandonar el bosque y regresar con humildad ante el sabio Buda. Con corazones abiertos, compartieron su experiencia y suplicaron al Buda que les proporcionara un nuevo lugar para continuar su retiro de la estación lluviosa, lejos de la inquietante presencia de los devas.

Sin embargo, el Buda respondió con una sabiduría que trasciende lo ordinario. “Mis amados monjes, la primera vez que fuisteis a ese bosque, estábais indefensos”, dijo con una serena sonrisa. “Pero ahora os proporcionaré la única protección que necesitaréis”.

En ese momento, el Buda enseñó a los monjes la meditación Metta, también conocida como la meditación de la bondad amorosa. Con su guía amorosa, los monjes regresaron al bosque, armados con el poder transformador de Metta. Con determinación y diligencia, practicaron esta meditación de compasión y amabilidad hacia todos los seres, incluidos los devas que antes los habían atemorizado.

Y esta fue la primera vez que Buda enseñó la meditación metta, descrita en el Karaniya Metta Sutta:

Aquel que busca promover su bienestar,

y aspira al estado de perfecta paz

debería ser hábil y recto,

directo y amable en su habla.

Humilde y no engreído,

contento y fácil de satisfacer.

Con pocas obligaciones y de vida simple,

de sentidos controlados, prudente y discreto.

No orgulloso ni de naturaleza demandante.

Sin cometer el más mínimo acto

que los sabios pudieran reprobar.

Cultivando el pensamiento:

¡Que todos los seres estén felices y a salvo!

¡Que sean felices de corazón!

Que todos los seres que existen,

ya sean débiles o fuertes, sin omitir a ninguno,

grandes, poderosos, medianos, cortos o pequeños,

visibles o invisibles,

aquellos que viven cerca y los que viven lejos,

aquellos nacidos y por nacer,

que todos los seres sin excepción sean felices.

Que nadie engañe a otro,

o desprecie a ningún ser cualquiera que sea su estado.

Que nadie desee daño a otro

debido a la ira o al resentimiento.

Como una madre protegería a su único hijo

aun a costa de su propia vida,

así, con un corazón sin límites

debe uno apreciar a todos los seres vivos.

Irradiando bondad sobre el mundo entero:

expandiéndola hacia arriba a los cielos,

hacia abajo a las profundidades;

hacia afuera y de forma ilimitada,

libre de odio y malicia.

Ya sea de pie o caminando, sentado o tumbado,

mientras esté despierto,

uno debe cultivar esto,

considerado el estado sublime.

Al no aferrarse a creencias erróneas,

el puro de corazón, teniendo claridad de visión

y siendo libre de todos los deseos sensuales,

de un vientre no vuelve a nacer.

 

Los monjes regresaron, con cierto temor y retomaron la meditación Vipassana, esta vez con Metta como fundamento. La práctica tranquila y pacífica de la meditación con amor incondicional los llevó a niveles más profundos de concentración y presencia de corazón abierto.

Con el tiempo, un cambio maravilloso tuvo lugar en el bosque. Los devas, al sentir la genuina compasión y amor de los monjes, dejaron atrás su hostilidad y resentimiento. En su lugar, emergió un sentido de respeto, bienvenida y reverencia hacia los monjes. Los devas se sintieron conectados con ellos, como si fueran parte de una gran familia espiritual.

Esta transformación profunda en la relación entre los monjes y los devas creó un ambiente de seguridad y protección en el bosque. Los devas, con su naturaleza benevolente, ahora velaban por la tranquilidad y la paz de los monjes, proporcionándoles un espacio propicio para su práctica meditativa.

monjes meditandoY así, como si la lluvia de la compasión hubiera lavado sus corazones, todos los 500 monjes alcanzaron la iluminación, convirtiéndose en Arahants (seres completamente iluminados).

Esta antigua historia, transmitida por Acariya Buddhaghosa, un erudito budista Theravada del siglo V, ilustra magistralmente el poder de la compasión y la enseñanza de Metta en la práctica espiritual. La meditación Metta, desde entonces, se ha convertido en una joya preciosa en el camino hacia la iluminación, guiando a innumerables seres a través del abrazo cálido y amoroso de la bondad universal.

El Karaniya Metta Sutta, el himno de la bondad amorosa, resuena a través de las eras, recordándonos el poder transformador de irradiar amor y compasión hacia todos los seres, sin excepción. Que esta hermosa historia nos inspire a cultivar la compasión en nuestros corazones y a tejer un mundo más amable y amoroso para todos.

En esta web, bosquetheravada.org, dedicada  a la difusión del Canon Pali y de la práctica de meditación basada en la tradición budista Theravada, hay una estupenda guía para practicar la meditación Metta durante 21 días.

Aunque no hagáis la meditación, os recomiendo leer cada uno de los días y disfrutar de los textos y cuentos que en este artículo aparecen como “Un ejemplo del metta: Jesús va al fútbol” un precioso cuento de Anthony de Mello.

Propuesta de meditación Metta de 21 días

Os invito, además a escuchar alguna de las meditaciones de nuestro blog en este enlace: Meditaciones

Leave a Reply

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

0:00
0:00